En septiembre de 2002 la Dirección General de Pesca de la Comisión Europea convocó, en Bruselas, una reunión de expertos en pesquerías con las siguientes preguntas en la agenda de trabajo: ¿Cuáles son los principales recursos pesqueros cuya explotación es efectuada de forma compartida por las flotas pesqueras de mas de un estado miembro? y ¿cómo se podría plantear la gestión de esa explotación desde Bruselas?

La tarde anterior a la reunión, en el hall del hotel se encontraron Jordi Lleonart del Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona y actualmente en la FAO en Roma, Juancho Camiñas del Instituto Oceanográfico de Málaga y Pere Oliver del Instituto Oceanográfico de Baleares. Más tarde se reunieron con Armando Astudillo de la Dirección General de Pesca de la Comisión Europa en la Mort Subite, en la calle de la Montagne aux Herbes Potagères. Estuvimos hablando y tomando cervezas, Düwel, por aquello de tomar cerveza local y además con prestigio de buena cerveza. Nada que ver con la mejor, la Mahou clásica.

Desde la Mort Subite caminamos hasta la rue des Dominicains, para cenar en el Restaurant Vincent. Estaba a tope, pero conseguimos una mesa. Buena carne, buen vino y conversación agradable. En otras épocas la conversación hubiera girado en torno a los recursos compartidos, los shared stocks, pero a estas alturas las conversaciones ya van derivando a otros temas y lo de la pesca va quedando para los tiempos de trabajo

Hablamos de los hijos, de los paseos de Armando en piragua por los canales de Bruselas y de los de Pere en bici por la sierra de na Burguesa en Mallorca, de la nueva casa de Juancho en Pedregalejo o del traslado de Jordi de Barcelona a Roma. Jordi comentó que iba a dejar La Farga, la orquesta de Jazz en la que Jordi tocaba el saxo, la tenora y otros instrumentos de esa familia. Con el comentario a Armando se le encendió la bombilla y propuso: ¿Porque no os veniis a casa y os enseño algunos instrumentos que he conseguido? Allá que nos fuimos y los maestros hicieron sonar lo instrumentos. Allí se constituyó el Fishy Swing Quarted y se compuso la melodía shared stocks. Al día siguiente, puntuales asistimos a la reunión.

Pues la reunión fue como siempre, que si los recursos están sobre-explotados, que si el sector pesquero pasa de todo y solo se interesa por incrementar su capacidad pesquera, para ver si así consigue mejorar la rentabilidad de su actividad, que si las administraciones pesqueras no se ponen de acuerdo y no consiguen poner en pie una regulación pesquera eficaz. Para nosotros, los científicos pesqueros, lo primero es dejar claro que necesitamos mas financiación para poder investigar más y asesorar mejor a unos y a otros.

Sinceramente, es difícil entender donde vamos con toda esta historia de las reuniones para mejorar la gestión pesquera. No me refiero a una reunión en concreto ni al problema del Mediterráneo, ni al de los países europeos, me refiero a todo lo relacionado con el mundo de la pesca.

A mi todas las piezas del puzzle no acaban de cuadrarme. ¿Qué piezas? Pues lo que cada una de las partes dice y hace. Las organizaciones que deben gestionar la actividad pesquera, como puede ser la FAO o las organizaciones pesqueras regionales, en el caso del Mediterráneo la Comisión de Pesca del Mediterráneo, la CGPM, la Unión Europea y su Comisión o los países pesqueros como el nuestro o Japón o Canadá o USA o cualquier otro y cada uno con sus posiciones. El propio sector pesquero o el comercio en general y como no la investigación pesquera. Quizás yo no acabo de entenderlo porque aplico un análisis demasiado simplista, pero la verdad es que si debo ser sincero todo este teatro escapa a mi comprensión. Gastamos ingentes medios técnicos y humanos y en definitiva recursos económicos y mucho tiempo para llegar a la conclusión que los recursos están sobre-explotados y que hay que disminuir la capacidad pesquera o sea amarrar flotas. Para ello utilizamos métodos de cálculo que nadie, en su sano juicio se cree y bases de datos costosísimas pero que tampoco nadie se cree. Un pescador de mi pueblo, quizás el mas tonto, después de tomarse el carajillo de la mañana, una rasca lo llamamos nosotros, o sea con una inversión de alrededor de un euro y en menos de un minuto, llega a la misma conclusión con solo abrir un ojo y mirar un poco a su alrededor. Con esa "solidísima" recomendación de gestión, la de los técnicos, no la del pescador, (el que coincidan las conclusiones no nos debe hacer pensar que para ser técnico hay que ser tonto como el pescador, aunque quizás si seria bueno ser un poco pescador) se inician reuniones múltiples a todos los niveles que siguen incrementando el presupuesto de gastos hasta "mejor no calcularlo" y se escriben montañas de papel, informes que nadie lee y en los que con infinitas matizaciones se puede leer que si, que hay que reducir la capacidad pesquera. O sea que el pescador de mi pueblo tenía razón.

Llegado el momento de la puesta en práctica de la recomendación empiezan los planes de reestructuración y todas esas cosas para reducir la capacidad que no se sabe muy bien como acaban. Por lo general, lo que ve el pescador de mi pueblo, es cada vez más barcos que pescan menos y mucho dinero publico en danza. Un día, mi amigo pescador (ya se sabe que Dios los cría y ellos se juntan, incluso los tontos trabamos fácilmente amistad), llego a pensar que se podría aliviar a las pesquerías de tanta presión simplemente repartiéndose lo que gastaban los listos organizando la movida de la gestión pesquera a cambio de que moderaran un poco su actividad. Pero creo que el cura del pueblo le hizo ver que tales pensamientos eran pecaminosos y que todos tenemos derecho a vivir y a ganarnos la vida. Durante todo ese proceso y excepto en el momento de pasar por caja a recoger la subvención, el sector pesquero sigue pescando y vendiendo pescado sin interesarse lo mas mínimo por lo que hacen los de los métodos de calculo y los de la gestión pesquera. Su única preocupación, la del sector pesquero, es ingeniárselas para evitar las posibles ideas que se les puedan ocurrir a esos (los administradores encorbatados a los que mantienen como mal inevitable) y que puedan dificultar el que ellos pesquen como crean mas conveniente.

Total que no estemos mucho mas allá del pensamiento del pescador de mi pueblo cuando toma el carajillo de la mañana y que después de abrir el primer ojo y mirando a su alrededor concluye para si: "que si no dejamos descansar un poco los caladeros el año próximo no creo que pueda seguir abonado a Canal Satélite". Aunque cuando abre el segundo piensa que: "si la cosa aguanta y mantienen las subvenciones no tan solo podré seguir con la suscripción a canal satélite sino que incluso puede que cambie la moto". Lo que no sabe ese pescador o tantos otros pequeños pescadores de todo el mundo, pescadores como los de langosta de Papua Nueva Guinea, o sin ir tan lejos los de la isla de Menorca y de tantas pesquerías a pequeña o media escala que se autorregulan de maravilla para poner en el mercado un producto de buena calidad año tras año, es que muy difícilmente conseguirán ecoetiquetar sus langostas y se las tendrán que comer ellos mismos porque las dificultades que se avecinan para que las puedan poner en el mercado serán enormes.

¿Qué es eso de la ecoetiqueta? Pues lo mismo que lo de la reestructuración de la flota pero con otro nombre; un sistema para repartir el dinero publico para no enfrentarse de verdad a los problemas. Aunque es lógico porque los resultados de las acciones de verdadera gestión son a largo plazo y las subvenciones si que son de efecto inmediato y son pocos los gestores que piensan a largo plazo. Pero además ojo, porque en el reparto de subvenciones no toca a todos por igual. Nunca esos pescadores cuyas pesquerías carecen de bases históricas de datos y cuyas pesquerías no están evaluadas por los técnicos, como lo son los sobre-explotadísimos recursos pescados por los países desarrollados, conseguirán ecoetiquetar su producto. Los arenques, bacalaos y atunes conseguirán sin dificultad la ecoetiqueta porque hace casi un siglo que elaboran (o sea se inventan a su conveniencia) bases de datos y evalúan (o sea se comen el tarro con modelos matemáticos que nadie entiende) sus recursos. Los tontos de Papua, deberán aprender a comer sus magnificas langostas o morirse de hambre, cosa que al fin y al cabo, para lo que hay que ver, quizás sea lo mejor. Por si acaso, los pescadores de Menorca ya han empezado a evaluar sus recursos de langosta y confían en poder subirse, o seguir subidos, al tren de la movida pesquera. Pero los pescadores de Papua o de tantos otros sitios del planeta, algunos no tan alejados de nosotros, lo tienen peor. Aunque siempre podrán dedicar sus embarcaciones al trasporte de conciudadanos que quieran acercarse, sin pasar por demasiados controles aduaneros, a nuestro mundo desarrollado.

Se que todo esto son tonterías y que el mundo "de verdad" es mucho mas complejo. Pero mi ordenador personal, modelo francamente no de la ultima generación, primario si se quiere, ese que llevo por detrás de los ojos y entre las orejas, se resiste a procesar todas estas cosas que la humanidad esta organizando para mejor gobernar sus problemas, o sea para que cada vez mas hogares tengan canal satélite y mas hornos microondas para cocer besugos con ecoetiqueta.

Se podría seguir hasta mañana con este discurso pero soy consciente que poco aporto y además tampoco así consigo ser feliz como son los pescadores de Papua, a pesar de que creo que no tienen canal satélite y de su ignorancia del poco tiempo de felicidad que les queda si esto del ecoetiquetado progresa. Intentare informarme mejor y estudiar mas para ver si puedo entender lo burro que soy al no ver la trascendencia de tan importantes iniciativas y lo mucho que mejorara la pesca como consecuencia de lo que en ellas se acuerde. Por cierto que mi amigo pescador no debe ser tan tonto porque pesca muchas langostas y las vende bastante bien y sobre todo porque generalmente lo veo muy feliz.