El 23 de octubre de 1998 paseaba por la Vucciría. Habia comido en una terraza sobre una pequeña plaza de aquel barrio de Palermo. Al día siguiente debía ver a Fabio Badalamendi en Castellamare del Golfo para comer un couscús de pescado y celebrar mi 48 cumpleaños. Vivía en Roma y había decidido visitar algunas tonnaras (almadrabas) que aun quedan en Sicilia, por eso estaba en Palermo.



Las tonnaras son complejos sistemas de pesca armados para capturar los atunes que en primavera entran en el Mediterráneo para alcanzar sus áreas de reproducción o en verano cuando emprenden el camino de regreso. Son muchos los que opinan que a causa de la explotación pesquera el atún rojo tiene sus días contados. Yo sospecho que la cosa es mas compleja, pero si que me temo que las almadrabas o tonnaras tienen sus días contados. En Italia llegó a haber más de 100 y actualmente solo estan activas, y no todos los años, las de Carloforte, Cala Vinagra y Stintino en Cerdeña y Favignana en Sicilia. En España actualmente solo se calan las de Conill, Tarifa, Barbate y Zahara, todas en la costa andaluza del Atlántico. Las de Bolonia y la Linea se podrian volver a calar poero actualmente están inactivas. Estas almadravas españolas hace unos 10 años capturaban unas 18000 piezas al año, hoy solo capturan unas 4000.

Las almadrabas son redes enormes, que se calan ancladas en el fondo y perpendicularmente a la costa para interceptar el paso de los atunes. Todo indica que fueron introducidas por los árabes y las había a centenares, caladas por las comunidades de pescadores de todo el Mediterráneo occidental. Era un mundo para pescadores de fortuna y emigrantes, jóvenes y robustos que se enfrentaban a un panorama de pobreza endémico en aquel Mediterráneo de nuestros antepasados.

Hoy la pesca del atún se practica con todos los artes y aparejos conocidos, y con todo tipo de embarcaciones, incluidas las más potentes y tecnificadas. Las estadísticas oficiales dicen que en el Mediterráneo se han llegado a capturar al año cerca de 40000 toneladas de atún rojo, actualmente, estas mismas estadísticas, reportan unas 32000, 28000 de ellas pescadas en el Mediterráneo. Unas capturas que curiosamente coinciden con el TAC (captura total anual permitida) establecido por la ICCAT (Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico). No obstante, fuentes fiables estiman que en realidad al año se capturan, en el Mediterráneo, unas 50000 toneladas y en el Atlántico otras 5000, en total 55000 toneladas de atún rojo al año. En cualquier caso la información es escasa y de la pesca deportiva todavía se sabe menos.

Las evaluaciones de este recurso pesquero realizadas por la ICCAT son inciertas a causa de la baja calidad de los datos en que se basan y porque modelan de una forma excesivamente simple la dinámica de unas poblaciones de peces que es enormemente compleja. En cualquier caso estos modelos indican que la población se encuentra en situación de sobrepesca, que los reproductores se han reducido de forma preocupante y que el recurso se sigue sobrepescando, mientras que la presión pesquera, lejos de moderarse, sigue aumentando. Recientemente, el engorde, o mejor el engrase, de atún rojo en corrales situados cerca de la costa ha abierto una nueva puerta para el mercado del atún. Principalmente en el Japón, lo que ha incrementado la demanda de atún rojo, estimulando la explotación pesquera. Por si no fuera poco, a todo esto hay que añadir la pesca deportiva cuyas capturas son ya muy importantes. Por todo ello, si no se regula de forma eficaz esta presión pesquera y la actividad de las granjas de engrase de atunes los expertos anuncian un colapso de la pesquería.

Pero el atún se sigue pescando. En octubre de 2005 un amigo me escribía: “Estuve pescando a 35 millas al este de Cabo de Palos, pesque besugos, voraces y de madrugada encontramos un manchón de atún pequeño.

Le pegamos un saltillo con jurel pequeño como carnada y entraban como lobos. Solo pescamos cinco piezas, la más grande de 900 gramos. Por la tarde de vuelta largamos los curricanes en la misma zona y pillamos un cimarrón de 18 kilos y un mono de 4 kilos, todos rojos de distintos años. No lo espera, se que suena raro, pero fue como te lo cuento.

Hablándolo con la gente de aquí me dicen que hay abundancia de atún pequeño hasta entrado diciembre. Hacen verdaderas matanzas al saltillo y también se encuentran con bastante monos de 5 a 8 kilos y algún cimarrón de 15 a 20 kilos. Pescan al curricán y a unas 20 millas paralelos a la costa. Lo que yo vi estaba como cinco millas mas fuera”. Historias similares a esta son comunes en todo el Mediterráneo occidental, aunque en unas zonas, como Baleares, mas que en otras..

Pero hay otros factores que afectan negativamente a los peces mediterráneos, los derivados de la actividad humana y sobre todo la progresiva contaminación del mar y también el cambio climático. Cuando fui a Sicilia en 1998 habían caído en mis manos documentos con los datos de capturas de atún rojo efectuados por las principales almadrabas del Mediterráneo desde 1600 hasta la actualidad y las fluctuaciones que mostraban resultaban francamente sugerentes. Se trataba de registros de capturas en número de atunes al año en la almadraba de Favignana en Sicilia o en las de la Casa de Medina Sidonia en Andalucía. Al mismo tiempo había estado trabajando con colegas del Centro para los Estudios del Clima y de los Recursos Pesqueros de Monterrey en California que manejaban largas series temporales de parámetros climáticos. Buscaban y siguen buscando hipótesis explicativas de las fluctuaciones de las poblaciones de peces y en definitiva del porque algunos años se pesca mucho y otros muy poco. De hecho hoy, en Baleares, seguimos trabajando sobre ello centrandonos en la merluza y la gamba de profundidad. Ver en hemeroteca de portadas: Hypothesis for hake of Balearic Islands.

Como decía, fui a Sicilia porque quería conocer las almadrabas, las tonnaras que pescaban desde hacia siglos en la Sicilia occidental. Visite la tonnara de la isla de Favignana, una de las islas Egadi, un archipiélago situado al este de Trapani. También visite la de Scopello en el Golfo de Castellamare. Esta última ya inactiva pero que conserva toda su infraestructura de habitaciones, almacenes, varadero y torre de vigilancia para prevenir las frecuentes incursiones de piratas. Luego, ya en plan turístico, visité Segesta huella impresionante de la cultura griega, la que llamó a esta zona Cetaria , o sea, tierra de atunes.

Finalmente, por la noche nos sentamos en un tranquilo restaurante de Castellamare frente al mar y nos deleitamos con un couscús de pescado. El couscús es una huella del paso de la cultura árabe por Sicilia y consecuencia del contacto constante de esta parte de la isla con el norte de África. Couscús es árabe y significa cortado a trozos, pero el de pescado es característico del Trapanese siciliano. El propio del Magreb no utiliza productos del mar. Aquí se utiliza también la sémola de grano duro pero cocido al vapor de un caldo de pescado. De anguila, cherna, dentón y peces similares como la merluza o el cabracho cortados a trozos y cocinados en aceite de oliva con cebolla, tomate, ajo perejil, laurel, azafrán… Una cena inolvidable aquella de mi 48 cumpleaños.



El dia anterior, cuando todavía tenía 47 años, paseaba por Palermo, por el mercado de la Vucciría, deteniéndome en los puestos de venta de pescado. Había comido en una terraza, allí mismo y tome el cafe en el Bar della Bocceria (¿?). Fue al salir del Bar que encontré a Miquel Barceló. Uep! ¿que fas per aqui? Me explicó que estaba montando una exposición en la Chiesa di Santa Eulalia dei Catalani, una iglesia en la que efectivamente vi un escudo con las cuatro barras catalanas en lo alto de un de sus arcos. Miquel me enseño lo que allí estaba haciendo y luego se alejo para seguir con sus cosas. Descubrí algunos peces que Miquel habia pintado en las paredes, las mismas especies que había visto en el mercado, pez espada, cintas... ¿Miquel, puc fer fotos d'aquests peixos?... Si. Entonces hice fotos de los peces que encontre por aquellas paredes. Cuando acabé era hora de salir hacia Castellamare: Adéu Miquel, que vagi be, gràcies per tot... adéu Pere. Nos despedimos, y no se si una vez acabada la exposición aquellos dibujos de peces se conservaron o no, yo los guardo como recuerdo de aquel día en que encontré a un amigo de mi pueblo paseando por Palermo.




Pero volvamos al atún, elemento importante para nuestra seguridad alimentaría y sobre todo para la de las generaciones de humanos del futuro. Un pez que además es objeto de una actividad empresarial que reporta enormes beneficios económicos. Esta actividad, que se desarrolla a pequeña escala en todos los puertos del litoral mediterráneo con sencillas redes y aparejos de anzuelo o a gran escala con potentes embarcaciones y sofisticados aparejos. Es incluso capturado por barcos pirata o abanderados de conveniencia que entran en el Mediterráneo para pescarlo con palangres de cientos de kilómetros de longitud. Por eso el atún rojo esta en peligro y es urgente regular su explotación. Pero, por otro lado, el pasado verano, científicos europeos bajo la dirección de un español han conseguido fertilizar in vitro huevos procedentes de atunes cautivos en los corrales de engrase. Ello abre el camino de la reproducción en cautividad del atún rojo. En el Pacifico, investigadores japoneses han conseguido en 2002, controlando las condiciones ambientales y aclimatando a los atunes, cerrar su ciclo reproductor en cautividad, es decir a partir de huevos obtenidos de ejemplares cautivos. Es muy probable que en estas experiencias, aun de laboratorio, este el futuro de la producción de atún.